Capítulo 1: El inicio

       Una vez avistado el edificio escolar aminoró su ritmo para recuperar el aliento e hizo el recuento habitual. Teniendo en cuenta que salió de casa a las ocho y cuarto y, como era de esperar a esa hora, perdió el autobús, se tuvo que dirigir corriendo a una velocidad considerable durante quince minutos hacia la escuela, pero si de algo podía estar orgulloso era de su físico, muchos días de entrenamiento con Stein habían curtido su cuerpo hasta adquirir una envidiable resistencia.

        Incluso haciendo el trayecto a la carrera, tan solo fueron cuatro macetas las que casi le matan de un golpe en la cabeza, un perro que lo persiguió durante cinco minutos enteros sin razón aparente y dos coches que estuvieron a punto de atropellarlo a la vuelta de una esquina.

        «Puede que me equivocara y al final tenga un buen día», pensó extrañado de la suerte que había tenido hoy. Eran la mitad de los accidentes que solía tener.

        En este momento eran las ocho y media, se supone que la presentación da inicio a esta hora, pero como es costumbre en todos los institutos, estas reuniones a gran escala suelen retrasarse unos minutos, si se apuraba todavía podía llegar a tiempo.

        —Sabía que tan buena suerte era algo raro… Aquí están los problemas que faltaban —Murmuró viendo la escena que tenía delante suya. Tres matones estaban metiéndose con una chica, llevaba el uniforme de su colegio, «¿qué demonios se creían?», era todavía muy temprano y ya andaban con estas cosas.

       —Venga, anímate, vente con nosotros, no pasa nada por perder un día de clases. —Dijo el que parecía ser el líder de los otros dos.

       —… —La chica no dijo una palabra ni se movió, debía de estar asustada, y por mucha rabia que le diera llegar tarde, Exa no podía permitir algo así.

       —Tío, no tengo tiempo ahora para nada, es bastante tarde y ya estás viendo que no quiere ir con vosotros, no insistáis.       —Interrumpió a los matones.

       —¿Ha? ¿Acaso es tu novio o algo? —Le preguntó el matón a la chica.

       —… —Seguía sin responder.

       —¿Algún problema si lo soy? —Dijo Exa molesto.

       CLANG CLANG CLANG.

       Sonaban las campanas que daban inicio a la escuela, Exa no podía permitirse perder más tiempo.

       —Chaval, no sé quién eres pero déjanos en paz, si crees que por hacerte el héroe te vas a llevar a la chica estás muy equivocado. —Dijo uno de los tipos que hasta ahora habían permanecido detrás del líder mientras soltaba una ridícula carcajada.

       —Eso, vete ya. —Dijo el otro acompañando a su compañero con su carcajada, con la diferencia que de éste le ganaba en términos de ridiculez.

        Éste último colocó su mano en el hombro de Exa al acabar de hablar, como intentando mostrar superioridad.

        Había llegado al límite, no podía aguantar más, ya llegaba tarde, y con tipos como estos no se razona.

        Agarró la mano que estaba sobre su hombro, tiró de ella a la vez que inclinaba su tronco y giraba la cadera.

        PLAC, el clásico ruido seco que hace un cuerpo al caer sobre el asfalto.

        —¡Serás cabrón! —Dijo el otro lacayo mientras estiraba su puño para golpearle.

        Un puñetazo de esa velocidad y trayectoria no suponía ningún problema para Exa.

        Bajó su centro de gravedad al agachar las piernas a la vez que levantaba el  brazo izquierdo para desviar su ataque, avanzó medio paso hasta situarse debajo de su atacante y, como no quería romperle nada para evitar problemas, lanzó un golpe con la palma abierta a la zona del medio del pecho con el brazo derecho.

        El tipo cayó de rodillas sin respiración, Exa se había preparado para lanzar una patada al jefe, pero éste ya había empezado a huir hace tiempo, parece que no era tan valiente.

        Miró a la chica que no se había movido un milímetro en los pocos segundos que había durado la «pelea», cruzaron miradas, pero siguió sin articular palabra.

        —Si no te apuras vas a llegar tarde, también eres estudiante de este colegio, ¿verdad?, si es así más te vale que te des prisa.

        —Hm —Asintió la inexpresiva mujer, con la mirada clavada en él, no era de extrañar, teniendo en cuenta lo que acababa de presenciar.

        No era una palabra, pero al menos le había hecho articular un sonido… ¡espera!, no hay tiempo para estas cosas, tenía que apurarse.

******

       —…Espero que disfruten su estancia en esta escuela. Si buscan sus nombres en los carteles podrán ver cuál es su aula y la localización de ésta, por favor, diríjanse a ella, allí les esperará su tutor. Recuerden que si tienen algún problema, todo el profesorado está a su entera disposición.

        Así de original había sido el discurso del director a los alumnos novatos, no era que lo hubiera visto entero, pero estaba seguro de que no había sido nada novedoso.

        El recién llegado se dirigió a la clase que indicaba el cartel con su nombre, no conocía a nadie en este colegio, así que no se molestó en buscar nombres conocidos, además no quería perder más tiempo allí, ya había sido bastante malo el día hasta entonces.

       Como llegaba tarde las puertas estaban cerradas, por lo que tuvo que entrar escalando por el muro, un profesor le vio y le echó la primera bronca del año, tampoco sabía dónde estaba exactamente el lugar al que debía ir, así que se puso a buscarlo y acabó perdido en algún lugar de las enormes instalaciones de la institución. En consecuencia llegó al final de la presentación.

       «Bueno, al menos no me la perdí entera», trató de consolarse.

        Para cuando llegó al aula, el profesor aún no estaba en clase, cosa rara, teniendo en cuenta los rodeos que había dado hasta dar con el lugar. Se sentó en un asiento trasero al lado de la ventana, siempre le había gustado ese sitio. En el interior de un colegio —especialmente en la hora de clases— era sorprendente lo interesante que se volvía el paisaje visto desde la ventana.

        Después de él, el resto de alumnos empezaron a elegir sitio, ahí fue cuando se dio cuenta de que la chica que había ayudado antes estaba en esta clase. Le clavó la mirada fijamente y se sentó detrás de él. Exa se disponía a hablarle, pero en ese momento llegó la profesora al aula.

       No hay mucho que decir de la clase, era cuadrada y tenía aspecto de… bueno, aspecto de clase. Tampoco había nada destacable en la tutora, parecía amable, les dictó los horarios y presentó la asignatura de historia, a continuación fueron matemáticas, el profesor explicó, no de muy buen humor en lo que consistía la asignatura y les dio el clásico discurso de “ahora sois adultos, así que esforzaos”.

       «Es una de esas personas que necesitan desayunar All Bran», pensó Exa. No creía que le fuera a agradar ese profesor.

       La clase acabó y después inició el primer recreo.

       Era su momento, Exa nunca había poseído la habilidad de hacer amigos, o más bien, era como si la gente no se encontrara bien estando con él, como si fallara algo. A decir verdad, solo consiguió hacer dos verdaderos amigos en toda su vida, al principio sintió que su mundo se derrumbaba cuando se enteró de que se mudaban y no podría verlos en bastante tiempo. Pero no podía pensar en esas cosas, tenía que encontrar un grupo en el que integrarse.

        Miró a los alumnos que estaban dejando la clase para ir a la cafetería. Se  dirigió hacia ésta decidido a alcanzar su propósito. La cafetería era un buen lugar para romper el hielo, con la excusa de no encontrar sitio en el que sentarse podía unirse a algún grupo e iniciar una agradable conversación con sus compañeros, el plan era perfecto, nada podía fallar.

        El plan seguía su ritmo, con esfuerzo consiguió comprar un almuerzo sencillo y se acercó a un grupo en el que parecía que había buen ambiente, y más importante, un sitio libre.

        Sus compañeros amablemente le dejaron unirse y participar en la conversación.

       Como era típico en los adolescentes, estaban teniendo una conversación acerca de chicas, a Exa le alegró mucho que no cortaran su conversación y le incluyeran.

        —¿Verdad que sí?, pero sin duda, creo que Sofía Vergara es la que más buena está de esa serie. —Dijo uno de sus compañeros.

        El tema en concreto era hablar de modelos y famosas, Exa no conocía mucho del tema, así que lo intentó llevar a un punto más común.

        —Sí, es muy guapa, ¿pero os habéis fijado en nuestra tutora? No sé cuántos años tendrá, pero también está como un queso.

        —…

        —…

       Silencio sepulcral.

       «¿Eh?», Exa sabía que era un movimiento arriesgado, hablar de un profesor, pero no había dicho nada malo, era una verdad como un templo, tenía un buen cuerpo, quizás le sobraran unos quilos de más, pero… Pero esa no es la cuestión aquí. Ni siquiera había usado un lenguaje obsceno, no entendía qué había salido mal.

       Empezando a ponerse nervioso, Exa entró en pánico, perdió toda razón y…

       —¿Pero es que no la habéis visto bien? Menudas perolas que tiene —Exa ya no sabía qué estaba diciendo, se estaba metiendo en un lío de la leche— y menudas caderas, aunque es un poco bajita —continuó hablando—, me pregunto cuáles son sus medidas.

       Ya está, la había cagado, era un hecho, si antes se habían quedado en silencio, ahora le miraban todos ojipláticos. Su primera aproximación había sido un fracaso. Pero lo que seguía sin entender era por qué todos se habían quedado callados ante su primer comentario.

       —Tío, la tutora es la madre de Antonio —Le susurró a Exa uno de sus compañeros señalando a otro con la mirada.

       «¿¡Eeeeeeeeehhh!?», ahí estaba, su mala suerte actuando de nuevo.

        Siguió la clase de lengua española, esta asignatura también la impartía la tutora, y Exa se veía incapaz de mirarle a la cara, avergonzado, apenas prestó atención a lo que estaba diciendo su atractiva maestra.

       La clase siguiente era la de educación física, ésta la daba el profesor que le había regañado antes. Había pensado que era un cascarrabias, pero al contrario de sus primeras impresiones, aunque algo estricto, éste parecía bastante agradable y muy comprometido con los alumnos. Hicieron un pequeño tour por el colegio en el que les enseñó a todos los alumnos juntos dónde estaban sus  taquillas, cada una personal. Era la primera vez que Exa tenía su propia taquilla, era como ser algo más independiente. Después les mostró la localización de los vestuarios y la piscina, indicó las reglas de éstos y qué materiales debían traer cada día.

        Sonó la campana que anunciaba el segundo y último recreo del día, éste mucho más largo que el anterior. Antes de seguir con la búsqueda de alguien con quien hablar, Exa se dirigió a su taquilla personal a guardar unas cosas cuando lo vio.

        —¿Pero qué…?

        Un sobre, un sobre dentro de una taquilla.

       Por favor, ven antes de que acabe el recreo a la parte trasera de la escuela, te espero.

       Esto solo puede significar dos cosas, un reto a una pelea o una carta de amor. Lo más probable es que fueran los tipos de antes que buscaban venganza, así que no debía ir, no quería problemas, pero…

       —¿Y si realmente es una carta de amor? —Se dijo a sí mismo—. Si ese es el caso, no puedo dejar tirada a la chica, pero… ¡No, no, no! No es que no tenga confianza en mí mismo, ¡pero es el primer día!, no he hecho nada para que nadie se enamore de mí. Pero, ¿y si…?

         Después de darle muchas vueltas al asunto, al final acabó yendo a la cita. La zona citada era detrás de la escuela, o más bien, detrás del recinto escolar, puesto que la parte trasera de la escuela era una zona a la que no podían ir los alumnos, vete a saber por qué, cosas de adultos.

       Llegó al área en cuestión y no había nadie, no había llovido pero el suelo estaba húmedo, pensó que quizás esa zona contenía maquinaria de la piscina. Sí, eso debía ser, también explicaba que no se pudiera acceder allí.

       Sus pensamientos pasaron por distintos puntos mientras esperaba, como no parecía que viniera nadie Exa se giró para volver por donde había venido.

       —…

       Una figura femenina no muy alta, con un cuerpo atlético y una melena rubia recogida en una coleta. La chica que había salvado estaba allí de pie, mirándole fijamente.

       —Ehm… ¿fuiste tú quien me llamó? —Preguntó para romper el silencio. Esto era más lógico, quizás se había enamorado de él porque lo había salvado.

       —…

       —Eres la chica a la que ayudé antes, ¿verdad? No tienes por qué agradecerme. Hice lo que creí que debía hacer…

       —¿Por qué me ayudaste? —Dijo de una manera tan brusca que sobresaltó al chico.

       Tenía una voz mucho más fuerte de lo que pensaba, había creído que se trataba de una chica tímida, pero parecía poseer bastante carácter.

        —¿Qué quieres decir? Te lo acabo de explicar, lo hice porque creí que era lo que debía…

        —Eso no es lo que te estoy preguntando. —Interrumpió con la misma brusquedad de antes— Te pregunto por qué algo como tú quiso ayudarme.

        —¿A-algo como yo? Eso es un poco cruel, ¿no te parece? Soy una persona normal y corriente.

        —No te hagas el inocente, puedes engañar a otros, pero no a mí.

        «Esta mujer está loca, loca o tiene una manera de ligar muy extraña», pensó Exa.

        —¡Te digo que soy normal! Es cierto que no soy la persona más normal del mundo, pero…

        —Cállate —A esta mujer le gusta mucho interrumpir a la gente mientras habla, como chica tímida tenía mucho más atractivo—. Si no hablas por las buenas tendré que sacártelo por las malas.

        Acto seguido se abalanzó contra Exa, a una increíble velocidad, cuando estaba a un metro frenó de repente, dio un giro y trató de encajar una patada circular en la parte derecha de su cuerpo. Era una maniobra sencilla pero efectiva, si no fuera porque el tener que girar la hace ligeramente lenta, habría acertado de pleno.

       Exa se agachó para esquivarla, pero en cuanto se disponía a tomar distancia un puñetazo iba dirigido a su cara a gran velocidad, con la mano izquierda se las arregló para desviarlo y con la derecha le sujetó la camisa para lanzarla aprovechando el movimiento de su golpe. No tenía intención de hacerle daño, así que al contrario que como hizo con el matón de antes, no la estampó contra el suelo, sino que la lanzó con la trayectoria más recta que pudo, si era capaz de dar una patada así, debería poder arreglárselas contra eso sin problemas.

        —No está mal. —Dijo la chica con una sonrisa. ¿A quién se le ocurre sonreír en una situación así? Acto seguido adoptó una posición defensiva con las piernas abiertas y los brazos con las palmas mirando hacia mí.

        —¡Ni bien ni mal! ¿¡Se puede saber qué haces!?

        —Ahora voy a ir en serio.

        No tiene remedio, esta chica no le iba a escuchar, a Exa no le iba a quedar más remedio que defenderse.

        —No me haré responsable de lo que pueda pasar. —Dijo entrecerrando los puños y preparándose para lo que venía.

        La chica dio un paso rápido para echarse encima.

        Un golpe, tenía que acabar esto en un golpe para evitar hacerle más daño del necesario.

        Antes de darle la oportunidad de atacar Exa clavó una pierna en el suelo, levantó la otra y asestó una poderosa patada contra la chica. Ella se detuvo en seco, en un instante, es increíble que no resbalara sobre ese suelo mojado, espera… ¡Mojado! La patada no conectó, eso hizo que su único apoyo resbalara por completo en esta húmeda superficie. Cayó hacia atrás, pero aunque se las arregló para rodar sobre su espalda y volver a levantarse, ella no desaprovechó la oportunidad, y cuando Exa acababa de recuperar el equilibrio, la misteriosa chica ya estaba lanzando una patada contra su pecho, no la llegó a esquivar por completo, hizo un doloroso contacto, pero con esto estaba lo suficientemente cerca para soltar un golpe plano con la mano. Este movimiento poco ortodoxo la pilló desprevenida, ahora sí que iba a encajar…

        Notó un fuerte impacto en el pecho que le dejó sin respiración, se encontraba tirado boca arriba en el suelo, inmóvil. Tenía el pecho empapado, ¿era sangre?, no, parecía… agua.

        La sorprendentemente fuerte chica se colocó sobre él y apoyó su mano sobre su pecho. Aplicó algo de fuerza, su mano parecía brillar, un gran dolor recorrió el cuerpo de Exa y, de repente, mucho fuego se esparcía por todas partes.

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