Prólogo

       —Exa, no te muevas, por lo que más quieras, no salgas de aquí. —Dijo el hombre mientras escondía a su hijo en el armario. —Por favor, vive. —Rogó mientras cerraba la puerta.

        —¡¡Uaaaaaaaagh!!

        CRAC, SPLASH

        La voz del hombre acompañada de unos crujidos desagradables, aterrado, el niño entreabrió la puerta para ver lo que sucedía a su alrededor. La habitación que anteriormente había sido de un azul claro estaba ahora manchada de carmesí por todas partes, ni el techo se salvaba de este horrible tinte, todo acompañado de un asqueroso hedor a carne quemada.

        Entre todo ese líquido de color rojo había tres bultos esparcidos por el suelo, uno parecía el padre del muchacho, los otros dos, su madre. Y ahí estaba, una figura de unos dos metros de altura que escasamente se asemejaba a la de un humano. Era ancha, su piel roja, o quizás eso era la sangre de sus padres.

       «Un momento, yo también estoy sangrando, ¿o quizás tampoco es mía?», pensó el chico, pero eso no era importante, o al menos dejó de serlo cuando su mirada se cruzó con la de ese ser. Tenía unos ojos rojos brillantes, unos ojos que carecían de piedad, no quiere decir que fueran despiadados, sino que parecía que desconocían el significado de la compasión. Cuando se encontró con esos ojos un solo pensamiento cruzó la mente del muchacho.

        —Voy a morir —Era lo único que podía pensar. Un niño de tan solo seis años que apenas conocía el significado de la muerte, y estaba seguro de que ese era su destino.

        Cerró la puerta y se acurrucó esperando lo inevitable.

        —¡¡¡Gyaaaaaaaaaghhhh!!!

        Se oyó otro grito, pero no le importaba, su final estaba decidido. Mientras pensaba esto la puerta comenzó a abrirse lentamente, miró hacia arriba desde su posición encogida en el fondo del armario. Era alto, pero no llegaba a los dos metros, tampoco era rojo. Esa persona no era el monstruo, era su salvador, el niño todavía recordaba  sus primeras palabras:

        —Exa, levántate, vas a llegar tarde.

        «¿Eh?», no, esas no fueron sus palabras, fueron…

        —¡¡Exa, arriba, sal ya de la cama!!

        —¿Qué…? —Dijo Exa mientras abría los ojos, se encontraba sudoroso y con la respiración entrecortada. Ahí estaba, en su habitación, acostado en su cama, no en un armario. Y era su salvador el que le decía que se despertara.

        La habitación era considerablemente grande, si bien no gigantesca, acorde con las dos plantas más bajo de la casa en la que vivía, no es que su familia fuera rica, es simplemente que la zona en la que vivía no era muy céntrica, ni tenía unos vecinos con muy buena “fama”, aunque a Exa le encantaban estas personas.

        Su habitación tenía una cama grande, en la que podrían dormir perfectamente dos personas, había un escritorio a la derecha donde estudiaba, y un armario a la izquierda. Este último también era grande, sobre todo si lo comparamos con el escaso contenido de ropa que había en el interior, el habitante de la habitación no era una persona que tuviera muchas mudas de ropa.

        «Ese sueño otra vez, hoy va a ser un mal día. Por alguna razón cuando tengo ese sueño, las cosas siempre acaban mal», pensó Exa, por muchas veces que tuviera ese sueño, nunca se acostumbraría a algo así.

        Ciertamente no es un sueño corriente, es un recuerdo que jamás se le borrará de su mente, desde hace mucho tiempo, su ahora tutor legal se dedicaba a un trabajo un tanto particular…

        —Ya voy, un momento. —Dijo mientras se estiraba y acababa de desperezarse.

        —Date prisa, ya tienes el desayuno listo, ¿o prefieres que llame a Akumi?

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        Seis segundos, eso es lo que tardó en ponerse su nuevo uniforme escolar tras oír la amenaza de su «padre».

        —Si-sigue dormida, ¿verdad?

        —Si sigues tardando tanto no creo que tarde mucho en despertarse —Contestó Stein mientras se reía.

        Stein se había vuelto su padre cuando Exa tenía seis años, tras el “incidente” en el que sus padres fueron asesinados éste se hizo cargo de cuidarle.

        Era un hombre bastante alto, superaba el metro ochenta y tenía un pelo negro, corto. Una ligera barba cubría su rostro, tenía unos ojos muy oscuros, casi negros. Era una persona por lo general alegre y descuidada, pero cambiaba completamente en los entrenamientos.

        Exa fue al baño a lavarse la cara.

        «Ya está bastante largo», pensó mientras se pasaba la mano por su pelo castaño, atascándose en él, ciertamente no tenía un cabello que fuera fácil de peinar.

        No era excesivamente alto ni bajo, tampoco su atractivo era muy destacable, su mandíbula ancha destacaba por encima del resto de sus rasgos faciales, lo que sí se podía rescatar de ese rostro eran unos ojos de un azul profundo como el mismo cielo.

       Tenía diecisiete años y estaba esperando a iniciar su primer año de bachillerato, no es que repitiera ningún curso, es simplemente que empezó un año tarde primero de educación primaria debido a sus causas “excepcionales”.

       Como bien dijo Stein, tenía la comida servida en la mesa, unos huevos con beicon —preparados para la ocasión—, una escena perfectamente normal que debería corresponder a una familia normal.

        Se lavó los dientes tras acabar su desayuno, cogió su mochila y, cuando se disponía a salir, ahí estaba, antes de tener tiempo de despedirse apareció una hermosa figura femenina casi al desnudo, ligeramente tapada por una camiseta y un pantaloncillo que apenas ocultaban partes claves del cuerpo. Era una mujer alta, de piernas largas, caderas ligeramente anchas, con una cintura estrecha y unos pechos esbeltos, su piel ligeramente sonrosada, cabello rojo como el fuego que caía suelto sobre sus hombros, y allí, saliendo de la parte inferior de su trasero se encontraba una protuberancia negra y alargada, con el final de ésta en una forma complicada, que rozaba el suelo.

        En cuanto le vio, su cola se alzó, clavó su mirada en los ojos de Exa y, antes de que pudiera reaccionar se abalanzó sobre él.

        —¡Exaaaaa! —Decía mientras apretaba la cabeza del chico contra su pecho, dejándole sin respiración.

        Intentó patalear, golpear, conseguir deshacerse de su agarre para poder respirar, pero era inútil, ningún ser humano podría competir con ella en una pelea de fuerza. Otra vez tuvo esa sensación, era su fin, ¿cuántas veces había sufrido ya esta agonía?, cuando creyó que no aguantaría más, Akuni cambió su posición y comenzó a frotar su mejilla contra la de Exa.

        —¡Puaaaaah! ¡Aku-nee, no podía respirar, casi me ahogas!

        —Venga querido, no seas exagerado, esto no es nada. —Dijo mientras liberaba su abrazo.

        —Para un demonio como tú no será nada. ¡Y no me llames querido!

        —Ja, ja, ja, hablas como si fueras un humano normal. —Se rió su hermana, ignorando la protesta.

        —¡Es porque soy un humano normal!

        —Ya, ya, eso dicen todos.

        Esta escena era lo que Exa quería evitar, ya se había levantado tarde, y ahora esto, a este paso no iba a llegar a la escuela.

        —Venga chicos. Akuni, suelta a Exa, hoy tiene prisa, ¿no querrás que llegue tarde en su primer día?

        Stein, ahí estaba salvándole de nuevo. Era probablemente la única persona capaz de hacer que Akuni hiciera lo que se le decía.

        —Uuuuu, está bien. —Protestó Akuni con una risa socarrona.

        —Gracias Stein —Le dijo verdaderamente agradecido—. Bueno, me voy a clase, ya te dije que hoy es la ceremonia de apertura, pero también se presentarán todas las asignaturas y profesores, así que no llegaré pronto.

        —¿Quieres que vaya a recogerte cuando acabes? —Preguntó su hermana con una sonrisa de oreja a oreja.

        —¡Ni se te ocurra! —Respondió Exa mientras abría la puerta que le dirigiría a la calle.

        Alzó la vista hacia el cielo, era un día soleado, idóneo para pasear y hacer cualquier cosa al aire libre, todavía hacía calor, pero nada comparable a los sofocantes días de hace poco más de un mes. Podría decirse que era un día perfecto. Avanzó un paso hacia la calle, un paso hacia una aventura que se convirtió en algo bastante más grande que un simple primer día de clase.

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606 Comments

  1. Está bastante interesante la historia, tiene una buena mezcla de misterio, ecchi y por que se ve, en las siguientes publicaciones tendrá acción y aventura.
    Lo continuaré leyendo.

    PDT. quisiera ver a akuni XD

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  2. Hmmmm, muy interesante. Yo también tengo un par de ideillas para escribir (o filmar). Si te interesa podría comentarte una serie de cosas que veo extrañas, o que no termino de ver claro su significado en las frases, es solo mi forma de ver la gramática particular. Creo que quizás te pueda ayudar y por el mismo revisar me ayuda a mí mismo. Si te parece bien el trato mandame un mp

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